A mis alumnos Rocío, Celia, Raúl y Francisco
La
siempre antipática cebolla hizo llorar, en esta ocasión, al señor cuchillo, al
decirle que sus “queridas tijeras” ya no le quieren y desean cortar con él
cuanto antes.
El
cucharón de madera al oír tanta llantina se irritó mucho, pues él está mareado
de dar vueltas y más vueltas a la cazuela y quemarse con la sopa y no anda por
ahí lamentándose a lágrima viva. (Aunque todos saben que lo del cucharón de
madera es una excusa, pues lo que en realidad sucede es que no le gusta estar
oliendo siempre a ajos).
Pero
ningún enfado puede compararse al que tiene el horno con la olla exprés, por el
ruido que ésta hace. Lo cierto es que parece un tren pitando a toda velocidad
y… ¡no hay quien lo soporte!
- ¡Estoy seguro
que lo haces a propósito! -dice malhumorado el horno.
- ¡Mentira! ¡Eso
es mentira! -trata de defenderse la olla exprés-. Lo que sucede es que... si no
silbo, entonces... ¡EXPLOTO!
Para
caldear aún más las cosas, esta misma mañana la sartén le dijo al caldero:
- ¡Apártate que me
tiznas!
Ahora,
los calderos y sus primas hermanas las cacerolas, no se hablan con la familia
de sartenes y peroles.
Para
colmo de desgracias, la sal amenaza con derramarse por toda la mesa y, aunque
nadie sabe muy bien los motivos, el viejo salero sospecha que desean
reemplazarle por otro más moderno, con más estilo. ¡Bobadas de las nuevas
tendencias culinarias!
Al
señor mortero le duele la cabeza de pasarse la mañana mañacando ajos, perejil,
sal... ¡Como si no tuviese ya bastante, hoy parece ser que le va a tocar
soportar este escándalo tan infantil! ¡Él sí que está a punto de EXPLOTAR!
...Y
todos están de uñas con el estropajo, pues es tan basto, que todos ellos acaban
con sus "delicadas pieles" irritadas.
Para
complicar aún más las cosas, hace un par de días entró en la cocina un
sabelotodo y presuntuoso robot de cocina, de esos que guisan ellos solos y que
convierten en inútiles los viejos cacharros.
Este
panorama tan desalentador se encontró el cocinero la mañana de hoy. ¡Menos mal
que él, como cualquier gran chef, supo encontrar la manera de poner orden entre
su menaje de cocina! Así, con gran desenfado dijo a todos:
- Me parece... que
esta mañana nos toca preparar... ¿Qué tal una excelente y enorme tarta de
chocolate?
Ahora
mismo la actividad es descomunal. No hay tiempo para quejas ni juegos. Sólo se
oye una gran algarabía de tapas, cacerolas, ollas y demás. Y hasta aquí nos
llega un riquísimo olor...
¡A
PASTEL DE CHOCOLATE!
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